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lunes, 16 de septiembre de 2013

Curiosidad por la Verdad

En un continente muy lejano, tan lejano que solo se encontraba en la mente de un soñador, existió un país llamado Jeyfec, el cual era comandado por reyes al igual que los demás países del continente Cordiano. Los gobernantes de cada país del continente solo pensaban en las celebraciones y costumbres sociales de los cortesanos y la nobleza, echando a un lado a los plebeyos.
Pero en el país de Jeyfec existió un príncipe, Jerick (hijo del rey Andrés y la reina Marién). Este tenía buen corazón adquirido del carácter de su madre, ya que su padre tenía un carácter muy recto y exigente. Desde pequeño sentado junto a su ventana veía como los niños plebes que pasaban frente al castillo sonreían y jugaban felizmente, esto hacia que él quisiera salir a jugar con ellos, pero su padre no lo permitía; su padre le decía que nunca se juntara con los plebeyos porque a él le habían enseñado las normas y leyes de la realeza, pues los plebeyos no tenían valor que eran esclavos y nada más. Jerick era muy curioso desde pequeño y siempre se preguntaba acerca de por qué los plebeyos no valían nada si ellos eran iguales que él (humanamente hablando), pero no le preguntaba esto a su padre porque seguramente se alteraría mucho.
A los dieciséis años Jerick fue puesto en noviazgo con la princesa de Colfi, Melibel, por decisión del rey Andrés y los padres de Melibel, el rey Clover y la reina Moribel, después de haber estado un largo tiempo con los demás príncipes y princesas del continente Cordiano en unas vacaciones reales. Melibel le decía a Jerick lo mismo que el padre de él le decía en cuanto a los plebeyos, ya que ella había sido criada en un ambiente donde los plebeyos eran despreciados, pero Jerick siempre se hacia la misma pregunta.
Luego de un tiempo llevaron personas plebeyas de distintos continentes al país de Jeyfec para labrar el terreno del castillo. Jerick veía desde su ventana como numerosas personas pasaban en frente del castillo con sonrisas en sus rostros aun sabiendo que tendrían que trabajar muy fuerte para el castillo del rey Andrés y él que no tenía ningún tipo de trabajo que realizar no sonreía de tal forma, felizmente.
Luego de unas semanas de haber llegado aquellas personas, el rey Andrés decidió pasear a Jerick por el terreno que se estaba labrando en uno de sus viajes de supervisión, al llegar al lugar el rey Andrés se reunió con unos guardas de supervisión para recibir reportes acerca del comportamiento de los trabajadores. Jerick comenzó a pasearse por el terreno y decidió acercarse a un lugar en donde estaban regando las plantas dos muchachas, una de ellas era Yelena muchacha de buen corazón y creyente en Dios como padre y creador del mundo, y la otra era Jérica que a veces le gustaba molestar a los demás. Jérica al ver que el príncipe venia acercándose a ellas alteró tanto a Yelena que hizo que esta lanzara el agua hacia arriba cayendo sobre el príncipe que estaba a su espalda, pero no fue a propósito, ya que ella no se había dado cuenta de que el príncipe se acercaba.
(Yelena). -¡Discúlpeme no fue mi intención!
Jérica se postró diciendo a Yelena: -¡póstrate tú también ante el príncipe!-, pero Yelena contestó: -Yo no me postro ante ninguna persona por alto rango que tenga en la tierra yo solo me postro ante Dios-.
(Jerick). -¿Quién es Dios?
(Yelena). -Dios es Rey de Reyes y Señor de Señores.
(Jerick). -¡Rey de Reyes! No he escuchado nada sobre ese rey.
Justo en ese momento se presentó el rey Andrés:
(Rey Andrés). -Jerick ¿Por qué estas mojado y por qué las obreras no están trabajando?  
(Jerick). -Yo les dije que descansaran porque yo tenía calor y quería el agua que ellas estaban utilizando para echármela encima.
El rey mostró una cara no muy alegre, pero le creyó.
Yelena se dio cuenta de que el príncipe era una buena persona, pero no había escuchado acerca de Dios, así que cuando él ya se iba ella se le acercó, le dijo su nombre y le dijo que Dios está en todos lados y que Dios lo amaba a él y a toda la humanidad. Estas palabras dejaron al príncipe muy pensativo por lo que durmió poco al llegar la noche, entonces tuvo la curiosidad de conocer a Dios.
Después de esa noche Jerick comenzó a buscar acerca de Dios en todos los libros del castillo, pero no encontró en ellos más que temas de intereses de un país. Leía tanto que al cuando llegaba Melibel no se daba cuenta de que ella estaba a su lado; aunque Jerick y Melibel no se llevaban muy bien que digamos, a veces habían problemas entre ellos, otras veces se contradecían, razones por la cual tuvieron que romper noviazgo, cosa que a sus padres no les alegró nada, excepto a la madre de Jerick que era muy comprensiva. Concluyó, en que los reyes Andrés, Clover y Moribel tuvieron que aceptar la decisión de sus hijos.
Jerick continuó con el empeño de conocer a Dios, le preguntó a su madre, pero esta tampoco había oído acerca de Dios, pero le dijo que podía ir a la biblioteca del pueblo al día siguiente cuando su padre viajara al país de Merbel del continente Cordiano porque su padre no le permitiría ir a la biblioteca, ya que a la biblioteca también iban plebeyos a leer o a buscar informaciones de estudios. Al día siguiente Jerick hizo tal como su madre le había dicho, esperó que su padre se marchara hacia Merbel, se cambió de ropa de modo tal que no lo reconocieran y fue a la biblioteca. En la biblioteca estuvo buscando por un largo tiempo, pero no encontraba nada.
- ¿Será que no existe Dios? - se preguntó, en ese entonces vio un diccionario traído de otro continente aquel día en que llegaron aquellas personas. En el diccionario Jerick buscó la palabra Dios y encontró su significado, pero, - ¿cómo Yelena sabe que él me ama? - se preguntó nuevamente.
Volvió al castillo, habló con su madre y esta le permitió ir a visitar a Yelena. Al llegar vio a Yelena con su padre Roberto recolectando algunas frutas, al acercarse a ellos los saludó cordialmente y ellos a él también, Yelena los presento a ambos y luego Jerick le preguntó a Yelena que cómo sabia que Dios lo amaba, que él nunca había visto a Dios.
(Sr. Roberto). -Nadie lo ha visto, lo sabemos porque la Biblia lo dice.
(Jerick). -¿La Biblia?
(Yelena). -Es la palabra de Dios.
En ese momento el padre de Yelena entró en una cabaña y al salir traía un libro en mano.
(Sr. Roberto). -¡Esta es una Biblia!
Jerick les pidió que le hablaran acerca de Dios, entonces ellos empezaron a hablarle, además de la Biblia también. Ellos le estuvieron hablando durante varias horas. A Jerick le gustó mucho lo que había aprendido, tanto que al llegar al castillo le habló a su madre sobre lo que había aprendido, a su madre también le gustó oír sobre lo que él había aprendido y desde ese entonces le permitía ir a oír más acerca de Dios.
Después de un tiempo Jerick comenzó a hablarle a su padre de lo que él había aprendido acerca de Dios, mayormente tocaba los temas que los reyes del continente Cordiano ignoraban. Jerick le repitió tanto el mensaje a su padre que logró ablandar su corazón y este se sintió mal por el trato que le daba a los plebeyos y desde ese momento cambió su forma de ser. El rey Andrés reunió a todos los reyes del continente Cordiano y pidió a su hijo les hablara acerca de Dios y sus mandatos, estos también comprendieron y decidieron salir del error en que se encontraban. Desde ese entonces las cosas empezaron a marchar bien en el país de Jeyfec y los demás países del continente, ya que las personas de cortesía y realeza convivían con los plebeyos, y estos ya no tenían que trabajar de forma tan forzosa ya que fueron valorados y apreciados por las personas de cortesía y realeza.
Jerick iba tan a menudo a visitar a Yelena y a su padre que llegó a enamorarse de ella, pero tenía temor de decírselo, al igual que ella también se enamoró de él, pero se decía a sí misma que era un amor imposible, hasta que él le expresó lo que sentía por ella un día que ella fue invitada al castillo junto con su padre, el cual recibió el cargo de canciller asignado por el rey Andrés. Yelena aceptó y los padres de ambos se sintieron felices por la decisión de sus hijos.
Concluyó en que Jerick se casó a los veinticinco años con Yelena que en ese entonces tenía veinticuatro años, tuvieron dos hijos llamados Héctor y Sharoll. Jerick y toda su familia vivieron muy felices, no porque eran parte del reino de un país, sino porque convivían con los demás y tenían a Dios en sus corazones.
Entonces el soñador termina diciendo: Dios te ama y si lo buscas lo encuentras. ¡Dios es la Verdad!

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