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sábado, 7 de mayo de 2016

Inspiración a solas



Cuando dos personas caminan hacia un mismo destino el camino se hace mas corto, pero cuando se camina solo la imaginación vuela tan alto que no sería extraño encontrarse con alguien sonriendo mientras va hacia algún destino sin la compañía de otra persona.

Mientras veo los caminos alfombrados de color rosado por las flores de piñón y en uno que en otro lugar de color rojizo anaranjado por las flores de flamboyán imagino diversos escenario y me invento una que otra historia.

Cerca de un pequeño río se encontraba una pequeña casa campestre, de esas que son muy tradicionales en nuestro país, con la cocina de fogón separada de la casa y una enramada. La casa pertenecía a una pareja de ancianos que normalmente recibían la visita de hijos y nietos los fines de semana. Para los campestres, las enramadas en los normalmente conforman el lugar de reunión tanto con familiares como con amistades, se puede decir que la enramada es el lugar en el que las personas pasan mas tiempo.

Un día, mientras estaban reunidos, uno de los hijos de la pareja anciana que era profesor contó la experiencia que estaba teniendo con un curso que se le había asignado en el cual se le había hecho difícil despertar la motivación de sus estudiantes por aprender, pues los métodos que normalmente utilizaba para motivar a sus estudiantes al parecer no causaban efecto en este nuevo grupo que se le había asignado. A vista de eso, el anciano empezó a contarle una historia de su pasado.

Entre el anciano y sus hermanos varones hacían un total de cuatro hermanos y tenían dos hermanas hembras. La familia se sustentaba de la agricultura y mientras los varones trabajaban en los conucos ayudando a su padre, las hembras trabajaban en la casa ayudando a su madre.

De las cosas que más desmotivaban al anciano y a sus hermanos cuando joven estaban los días que tenían que desyerbar el conuco, por lo cual su padre trataba de motivarlos diciéndoles que los dejaría ir con él al pueblo a vender los productos que cosechaban; cosa que en un principio funcionaba, pero que con el tiempo fue perdiendo mas fuerza.

Una de las cosas que más les gustaban a las personas de aquel campo era el estrenar ropa nueva y en la familia del anciano no era una excepción, por lo cual un día su padre tuvo la idea de utilizar esta cualidad para motivar a sus hijos un día en el cual tenían que desyerbar. Lo que hizo fue que partió al conuco más temprano que sus hijos y los esperó sentando en un palo seco que estaba debajo de un árbol de mangos en el cual ellos acostumbraban a descansar y a comer los días que tenían mucho trabajo en el conuco, cuando sus hijos llegaron les dijo que en un lugar del conuco había escondido un dinero que a medida que fueran desyerbando lo iban a poder encontrar y con ese dinero comprarían ropa nueva para ellos; también les aclaró que el dinero estaba dentro de una pequeña caja gruesa con tal de protegerlo de las herramientas que utilizarían para desyerbar en caso de que estas tuvieran contacto con el mismo y que si encontraban el dinero podían dejar por concluido el trabajo por ese día, sin importar que el conuco quedara con mucha yerba o no.

Cuando se desyerbaba normalmente se empezaba desde la parte frontal y se avanzaba hasta la parte posterior, pero ese día los jóvenes empezaron desde diversos puntos del conuco y aunque cada uno iba por su lado ese día se terminó de desyerbar a un ritmo más acelerado que en ocasiones anteriores, pero no habían podido encontrar el dinero, por lo que los jóvenes pensaron que su padre le había hecho una broma. Al final, cuando todos se reunieron debajo del árbol de mangos uno de los jóvenes le dijo al padre que le había hecho una buena broma la cual ellos habían creído a tal grado que ni siquiera se sintieron cansancio mientras estaban desyerbando; el padre sonrió y les dijo que no les había hecho una broma, que en realidad había escondido el dinero en el conuco y que era de ellos porque se lo habían ganado, entonces se levantó del palo y justo detrás del palo, entre el mismo y la cerca había una distancia que lo separaban a solo unos pocos centímetros y en ese pequeño espacio había yerba, por lo que desyerbó un poco y se evidenció una marca de que habían hecho un pequeño orificio en la tierra y de ahí sacó la pequeña caja con el dinero y se los repartió en cantidades iguales; luego les dijo que escondió el dinero ahí porque en cierto modo sabia que no desyerbarían esa parte, pero quería comprobarlo, ya que en ocasiones anteriores ellos nunca desyerbaron esa parte del conuco, quizás porque pensaban que esa pequeña distancia no tenia importancia para el conuco, pero que aunque fuese por estética esa pequeña porción sí tenía importancia.

Después de hacerle esta historia de su pasado a su hijo, el anciano le dijo que quizás debía cambiar sus métodos para despertar la motivación de su nuevo grupo de estudiantes y que tal como él aprendió de su padre también hay que prestarle atención a las cosas pequeñas y sencillas, pues en ellas es que muchas veces está la clave para alcanzar nuestros objetivos.

Muchos llevamos un historiador, un cuentista, un poeta, un ensayista, un compositor e incluso un cantante innato dentro que sale a flote en esos momentos en que no tenemos la compañía física de alguien y que incluso podemos considerar que la soledad no nos acompaña.

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