Cuando
dos personas caminan hacia un mismo destino el camino se hace mas
corto, pero cuando se camina solo la imaginación vuela tan alto que
no sería extraño encontrarse con alguien sonriendo mientras va hacia
algún destino sin la compañía de otra persona.
Mientras
veo los caminos alfombrados de color rosado por las flores de piñón
y en uno que en otro lugar de color rojizo anaranjado por las flores
de flamboyán imagino diversos escenario y me invento una que otra
historia.
Cerca
de un pequeño río se encontraba una pequeña casa campestre, de
esas que son muy tradicionales en nuestro país, con la cocina de
fogón separada de la casa y una enramada. La casa pertenecía a una
pareja de ancianos que normalmente recibían la visita de hijos y
nietos los fines de semana. Para los campestres, las enramadas en los
normalmente conforman el lugar de reunión tanto con familiares como
con amistades, se puede decir que la enramada es el lugar en el que
las personas pasan mas tiempo.
Un
día, mientras estaban reunidos, uno de los hijos de la pareja
anciana que era profesor contó la experiencia que estaba teniendo
con un curso que se le había asignado en el cual se le había hecho
difícil despertar la motivación de sus estudiantes por aprender,
pues los métodos que normalmente utilizaba para motivar a sus
estudiantes al parecer no causaban efecto en este nuevo grupo que se
le había asignado. A vista de eso, el anciano empezó a contarle una
historia de su pasado.
Entre
el anciano y sus hermanos varones hacían un total de cuatro hermanos
y tenían dos hermanas hembras. La familia se sustentaba de la
agricultura y mientras los varones trabajaban en los conucos ayudando
a su padre, las hembras trabajaban en la casa ayudando a su madre.
De
las cosas que más desmotivaban al anciano y a sus hermanos cuando
joven estaban los días que tenían que desyerbar el conuco, por lo
cual su padre trataba de motivarlos diciéndoles que los dejaría ir
con él al pueblo a vender los productos que cosechaban; cosa que en
un principio funcionaba, pero que con el tiempo fue perdiendo mas
fuerza.
Una
de las cosas que más les gustaban a las personas de aquel campo era
el estrenar ropa nueva y en la familia del anciano no era una
excepción, por lo cual un día su padre tuvo la idea de utilizar
esta cualidad para motivar a sus hijos un día en el cual tenían que
desyerbar. Lo que hizo fue que partió al conuco más temprano que
sus hijos y los esperó sentando en un palo seco que estaba debajo de
un árbol de mangos en el cual ellos acostumbraban a descansar y a
comer los días que tenían mucho trabajo en el conuco, cuando sus
hijos llegaron les dijo que en un lugar del conuco había escondido
un dinero que a medida que fueran desyerbando lo iban a poder
encontrar y con ese dinero comprarían ropa nueva para ellos; también
les aclaró que el dinero estaba dentro de una pequeña caja gruesa
con tal de protegerlo de las herramientas que utilizarían para
desyerbar en caso de que estas tuvieran contacto con el mismo y que
si encontraban el dinero podían dejar por concluido el trabajo por
ese día, sin importar que el conuco quedara con mucha yerba o no.
Cuando
se desyerbaba normalmente se empezaba desde la parte frontal y se
avanzaba hasta la parte posterior, pero ese día los jóvenes
empezaron desde diversos puntos del conuco y aunque cada uno iba por
su lado ese día se terminó de desyerbar a un ritmo más acelerado
que en ocasiones anteriores, pero no habían podido encontrar el
dinero, por lo que los jóvenes pensaron que su padre le había hecho
una broma. Al final, cuando todos se reunieron debajo del árbol de
mangos uno de los jóvenes le dijo al padre que le había hecho una
buena broma la cual ellos habían creído a tal grado que ni siquiera
se sintieron cansancio mientras estaban desyerbando; el padre sonrió
y les dijo que no les había hecho una broma, que en realidad había
escondido el dinero en el conuco y que era de ellos porque se lo
habían ganado, entonces se levantó del palo y justo detrás del
palo, entre el mismo y la cerca había una distancia que lo separaban
a solo unos pocos centímetros y en ese pequeño espacio había
yerba, por lo que desyerbó un poco y se evidenció una marca de que
habían hecho un pequeño orificio en la tierra y de ahí sacó la
pequeña caja con el dinero y se los repartió en cantidades iguales;
luego les dijo que escondió el dinero ahí porque en cierto modo
sabia que no desyerbarían esa parte, pero quería comprobarlo, ya
que en ocasiones anteriores ellos nunca desyerbaron esa parte del
conuco, quizás porque pensaban que esa pequeña distancia no tenia
importancia para el conuco, pero que aunque fuese por estética esa
pequeña porción sí tenía importancia.
Después
de hacerle esta historia de su pasado a su hijo, el anciano le dijo
que quizás debía cambiar sus métodos para despertar la motivación
de su nuevo grupo de estudiantes y que tal como él aprendió de su
padre también hay que prestarle atención a las cosas pequeñas y
sencillas, pues en ellas es que muchas veces está la clave para
alcanzar nuestros objetivos.
Muchos
llevamos un historiador, un cuentista, un poeta, un ensayista, un
compositor e incluso un cantante innato dentro que sale a flote en
esos momentos en que no tenemos la compañía física de alguien y
que incluso podemos considerar que la soledad no nos acompaña.
Muy buen escrito. Y si hay cosas pequeña que parecen insignificantes y suele valer mucho..
ResponderBorrar¡¡Muchas Gracias!!
BorrarMuy emotivo. Dos juntos caminando avanzan mejor. 😊
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