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sábado, 8 de junio de 2013

Historia de un amor

¡Ah Dios! ¿Quién ha visto que un hecha días puede pretender a la hija de un hombre poderoso que le paga para chapear una parte de sus terrenos? Eso se oye como parte de un cuento de hadas, pero pensándolo bien eso tiene gran posibilidad de que pase, el caso está en que la dama le acepte y que la familia lo permita, y no es que tenga nada de malo, sino es que la sociedad planta una idea que en cierto punto tiene favoritismo -¡hay que dirá la gente!

Es difícil que una dama de clase deje las comodidades para vivir una vida de campo en donde buscar leña para sancochar víveres en un fogón y agua en galones a un rio para mantener las tinajas llenas se conviertan en una cultura para la misma, o aún más adaptarse a la realidad de que no tendrá todo lo que desea materialmente al momento que lo desea y a comer lo que aparezca.

Fíjese usted que la seriedad del caballero influye mucho. Un señor humilde, pero muy trabajador que conseguía lo necesario a base del trabajo a machete y que su seriedad era intachable fue correspondido al amor de una dama de familia de clase social alta y todo se desarrolló de manera formal teniendo dentro de su matrimonio varios hijos. La relación fue vista por todos de forma positiva, desde los más jóvenes a los más adultos, siendo como orgullo y ejemplo a seguir para muchos.

Pero lo más sorprendente es que después de tantos años de matrimonio ese amor que desde jóvenes sintieron al parecer cada día se iba renovando y así mismo se mantiene, pues para ellos el sufrimiento más fuerte es sentirse separados aunque sea momentáneamente por cuestiones de distancia y en donde son muy frecuentes en sus conversaciones las preguntas de como estaría su pareja o si ya habría comido, por lo que es erróneo pensar que uno de ellos se iría a casa de algún familiar a pasar unos cuantos días.

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