En este día donde el calor del sol hace de las suyas abrumando con sus rayos al campesino que se dedica a echar un día en una
finca a fin de recibir un pago para llevar de comer a su familia, me siento a
pensar debajo de una sombra, que aunque hace un calor terrible, una brisa
fresca me golpea haciéndome sentir afortunado en gran manera. Y hablando de
pensamientos aquí estoy tratando de mantenerme centrado en uno para de esa
forma luchar contra los ataques de ansiedad y sus molestos síntomas que aunque
no esté imitando la actividad del campesino trabajador en el momento, me hace
sudar como si lo hiciere.
Repasando recuerdos me llega a la
mente el tema del folklore, del cual leí un poco cuando estaba cursando el bachillerato.
Folklore significa “saber popular”, y hoy día
se utiliza para designar las diferentes manifestaciones de un pueblo
involucrando los cuentos, leyendas, música, adivinanzas, bailes, etc.
El término “folklore” fue acuñado por el
escritor británico William Jhon Thomas el 22 de agosto de 1846. Este término se
empleó por primera vez en República Dominicana el día 10 de febrero del 1884,
es decir, 30 años después de que apareciera en Europa, apareciendo en un
periódico de Santiago de los Caballeros llamado “El eco del pueblo”, en una
carta que envió una persona con el nombre de Valle de Gracia, luego otras
personas lo siguieron empleando hasta conocerse y hacerse común en la
literatura y cultura dominicana.
Cada pueblo posee su propio folklore que lo
identifica y ninguno es mejor ni superior a otro, sino que son diferentes, que
a pesar de tener cosas comunes, cada uno es muy particular. Esto es lo que hace
que cada pueblo sea autentico, por lo que República Dominicana posee su propio
folklore.
Carnavarengue de Río San Juan (foto por Javier Ferreira)
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