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martes, 14 de agosto de 2012

El cantar de una mariposa



El canto del gallo me anunció que ya era hora de levantarme y recibir el nuevo día que con amor Dios había creado mientras yo estuve durmiendo.

Una de las cosas que más me gustan, es el dialogar con Lily, por ella aprendí que los ríos no corren hacia el mar, sino que el mar recibe a los ríos que deciden unirse a él. Una vez, Lily y yo fuimos encomendados para entregar un manuscrito al palacio, la verdad es que nunca habíamos ido antes al palacio, por tanto no sabíamos cuál era el camino que debíamos seguir en ese entonces, pero tomamos una referencia, si el palacio nos quedaba al Oeste, al Oeste teníamos que caminar desde nuestro punto de partida.

Fue así como empezamos nuestro recorrido, íbamos conversando de la idea que teníamos sobre cómo sería el palacio hasta que llegamos a un lugar en donde el camino que tomamos nos llevó a un bosque, en el cual decidimos entrar. Mientras más avanzábamos en aquel escalofriante bosque, Lily y yo notábamos que el camino que recorríamos de repente se iba desapareciendo, como si algo lo estuviese borrando, se escuchaban diversos sonidos en aquel ambiente entre el cual se incluía el de como si algo nos estuviese siguiendo según cada paso que dábamos. Por un momento pensé que nos habíamos perdido y le dije a Lily que no valía la pena seguir avanzando, que era mejor no hacer nada porque el camino que habíamos recorrido dentro de aquel bosque se había borrado y que si nos quedábamos sentado en un solo lugar había más posibilidades de que quizás alguien nos encontrara, aunque las esperanzas de que alguien pasara por el bosque eran muy escazas, Lily me dijo que debíamos seguir porque en algún lado aquel bosque tenía una salida y que si nos quedábamos con la pobre esperanza de que alguien nos encontrara, quizás no íbamos a encontrar la salida nunca y que hiciéramos el esfuerzo de encontrar esa salida avanzando según la referencia que habíamos decidido seguir. Las palabras de mi compañera me animaron a continuar y no pasaros treinta minutos cuando encontramos la salida y salimos al otro extremo del bosque.

Si no enfrentamos nuestros miedos, seremos siempre unos miedosos ante aquello que nos causa temor.

Una vez fuera del bosque continuamos con nuestro recorrido, esta vez conversando acerca de lo que tuvimos que atravesar en aquel bosque. Llegamos a un río muy caudaloso el cual tenía una gran anchura, aunque sus aguas se notaban muy profundas y peligrosas, Lily me sugirió que nadáramos dejándonos llevar por la corriente y conduciéndonos hacia la orilla hasta llegar a ella, pero le dije que muchas de las cosas grandes empiezan pequeñas y que mejor camináramos hacia arriba hasta encontrar un espacio no profundo, pues así lo hicimos, tomamos como referencia uno árboles para cuando estuviésemos del otro lado poder retomar la dirección del camino que seguíamos. Mientras caminábamos por la orilla del río, Lily me habló sobre como las personas decían que los ríos corren hacia el mar cuando en realidad era que el mar recibía al río que decidía unirse a él, mis opiniones acerca del tema nunca se ausentaron. Llegamos a un espacio en el cual las aguas eran poco profundas y decidimos cruzar el río por ahí, el agua ni siquiera nos llegó a las rodillas, una vez del otro lado del río retornamos hasta ver los árboles que habíamos tomado como referencia antes de cruzar el río para retomar el camino que seguíamos.

Si surge una idea positiva en nosotros debemos aportarla, si no la aportamos hubiese sido mejor que no hubiese surgido en nosotros esa idea.

El camino nos llevó a una montaña la cual escalamos ayudándonos mutuamente en varias ocasiones, una vez llegamos a la cima pudimos observar casi todo el camino recorrido, como también el palacio que ya se encontraba a poca distancia. Nos sentamos en una roca para descansar un poco mientras volvíamos a retomar la conversación acerca del palacio e hicimos una imagen hablada sobre la manera que se presentaba en nuestra imaginación. Una vez descansados decidimos concluir con nuestro encargo, llegamos al palacio y unos guardas nos recibieron, la verdad es que el palacio era muy diferente a como nosotros nos lo imaginamos. Una vez entregamos el manuscrito el rey ordenó a unos guardas que nos llevasen de regreso. Para nuestra sorpresa, el camino correcto partía desde la parte Este desde el punto por el cual hubimos iniciado nuestro recorrido.

Ya se pueden ver los reflejos de los rayos del sol que se elevan a través de las montañas y puedo ver una mariposa que con su hermoso colorido se pasea entre las flores. Extraño a mi amiga Lily, hoy día ella no se encuentra aquí porque actualmente vive en el extranjero, comparo su presencia con el canto de esa hermosa mariposa; aunque en su cantar se ausenta el sonido, siento en la ausencia de su presencia que conversa conmigo.

La felicidad de una persona en este mundo, está en aquello que esa persona adapta en su vida y lo cual disfruta, aunque en otras no produzca el mismo afecto.


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