Hubo un hombre que publicó un libro del cual
recibió muchas opiniones. Unos decían que era un libro absurdo, otros que era
un libro grandioso, según el tipo de personalidad de la persona le permitía
emitir una opinión sobre el libro.
El libro tenía unas veintinueve mil
doscientas páginas y solo en la última página decía: “De alguna forma u otra se
ha reflejado la persona que eres y si llegaste fuertemente hasta aquí te invito
a que le añadas más páginas y continúes escribiendo como si se tratase de una extensión
de mi libro”, a parte de esta última página las demás estaban en blanco, por lo
que era llamado “El libro de las páginas en blanco”. El autor del libro había
muerto debido a una serie de complicaciones de salud.
Algunos decían que el libro era ridículo ya
que la mayoría de sus páginas estaban en blanco, otros decían que era un libro
genial y que no había que mirar tan profundo para notar lo interesante del
contenido de todo el libro.
Cada página en blanco representaba un día de su
vida el cual traería su propia historia. Los optimistas llenaban las páginas
con lo vivido durante el día, como si se tratase de un diario; los pesimistas
ni siquiera lo abrían.