La melodía busca su entonación, el árbol su sol y los
peces el agua, pero tú y yo tratamos de no buscarnos ni de conocernos. Tratamos
de sonreír con la soledad y nos gusta sentir que nos entiende.
Si sentimos la sensación de hablarnos no nos atrevemos. Pensamos
lo que podemos hacer, pero nos gusta dificultar el camino porque quizás no
aceptamos lo que realmente pasa.
No mostramos interés por conocernos, pero nos gusta que
los demás crean que sí. Estamos caminando por la misma senda y vamos de mano,
pero no nos damos cuenta porque estamos con la cabeza recta mirando hacia el
frente. Solo nosotros sabemos el dolor que se siente a causa de la herida que
nos provocamos.
Nos hemos acostumbrado a estar así y por eso actuamos de
forma natural, pero nuestros pensamientos se centran en nosotros. Quizás es que
la soledad se cansó de que la acompañemos y nos hace recordar que debemos
buscar la flor en el mismo árbol y al mismo tiempo.
Tratamos de no querernos ni necesitarnos, pero nos
necesitamos para poder cantar la canción debajo del árbol mirando los peces nadar
en el río que tenemos frente y cuando nuestras manos se muevan mirarnos
fijamente abrigándonos en el pensamiento de que lo que amamos esta ante
nuestros ojos.